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I JORNADA MUNDIAL DE LOS POBRES

Domingo XXXIII del Tiempo Ordinario - 19 noviembre 2017

Logo de la I Jornada Mundial de los Pobres.

Una puerta abierta y sobre el umbral dos personas que se encuentran. Ambas extienden la mano; una para pedir ayuda, la otra porque quiere ofrecerla. Es difícil comprender quién de los dos sea el verdadero pobre. O mejor, ambos son pobres. Quien tiende la mano para ayudar está invitado a salir para compartir. Son dos manos tendidas que se encuentran donde cada una ofrece algo. Dos brazos que expresan solidaridad y que invitan a no permanecer en el umbral, sino a ir a encontrar el otro. El pobre puede entrar en la casa, una vez que en ella se ha comprendido que la ayuda es el compartir.

El Papa actúa:

Tras una gran ceremonia en la plaza de San Pedro, en la que participarán más de 4.000 personas necesitadas, el Papa comerá en el Aula Pablo VI con ellos, en un almuerzo cuyo menú tendrá ñoquis con tomate, aceitunas y queso rallado; bocados de ternera con verduras, y polenta y brócoli, con tiramisú de postre.

Junto a ello, desde el 14 de noviembre el dicasterio encargado de la actividad ofrece con carpas instaladas en la entrada de la Plaza San Pedro diversos servicios gratuitos de asistencia médica, incluidos análisis clínicos y especialistas de cardiología, dermatología y ginecología entre otras especialidades.

“Benditas las manos que se abren para acoger a los pobres y ayudarlos: son manos que traen esperanza. Benditas las manos que vencen las barreras de la cultura, la religión y la nacionalidad derramando el aceite del consuelo en las llagas de la humanidad. Benditas las manos que se abren sin pedir nada a cambio, sin «peros» ni «condiciones»: son manos que hacen descender sobre los hermanos la bendición de Dios.” (Mensaje Papa Francisco n. 5).

Que toda la comunidad cristiana, que cada uno de nosotros, seamos capaces de tender la mano a los pobres, a los débiles, a los hombres y a las mujeres a quienes con mucha frecuencia se les atropella la dignidad.

Que escuchemos el grito de ayuda de los pobres. Independientemente de la religión, del color de la piel y de la nación de pertenencia, a todos se nos pide no volvamos la mirada hacia otra parte. Que hagamos propia la cultura del encuentro, abatiendo los muros, los cercados y las alambradas construidos por el egoísmo y el miedo.   A todos se nos recuerda que la solidaridad y la fraternidad son propias y dignas del hombre en cuanto tal, y constituyen el don originario destinado a la humanidad, sin exclusión alguna.  Como la pobreza no conoce confines ni barreras, porque se ha extendido al mundo entero, así también la solidaridad tiene necesidad de ser reconocida como expresión de genuina fraternidad para todos.

 

Descarga el Mensaje del Papa Francisco en el adjunto.

http://www.pcpne.va/content/pcpne/es/attivita/poveri/messaggio.html